sábado, 19 de marzo de 2011

Receta para Coexistir



Receta para Coexistir
Una Dosis de Independencia y Otra de Dependencia

por Angélica Pérez Ortiz

            Hace unos días pasó un cliente por el negocio de la familia. A primera instancia parecía que era una persona amargada. Pero sus ojos estaban llenos de soledad y tristeza. Mi madre le hizo un chiste para intentar levantarle los ánimos pero no funcionó, regresó una sonrisa breve y forzada. El día siguiente volvió y para nuestra sorpresa se quedó con nosotros a charlar un rato. Eso era todo lo que necesitaba, una charla para desahogarse de esa vida triste y vacía que había comenzado a llevar hace diez meses porque su amada esposa había muerto.

            A veces o mejor dicho, casi todo el tiempo nos la pasamos envueltos en nuestro propio mundo. Tomamos en serio ese tema de que cada uno es individual y "cada cual por su lao" así vivimos y pensamos, olvidándonos de los que existen a nuestro alrededor. Nos enfocamos tanto en nuestras propias vidas que no importa si no nos damos cuenta del sufrimiento de otros porque ya tenemos bastantes cosas de que preocuparnos. Perdemos noción de lo que pasa a nuestro alrededor porque no separamos –como mínimo– cinco minutos para enterarnos de lo que le pasa al otro o pedir ayuda cuando la necesitamos. Es que a veces somos tan orgullosos.

            Cada uno puede desarrollar su propia vida y hacerse cargo de ella y todos los problemas que ella trae. Sin embargo, siempre estaremos en necesidad de una mano amiga en este mundo. Por más independientes que seamos, nadie ha logrado algo por sí solo, absolutamente nadie. Ni siquiera los dioses, sino me crees, pregúntale a Jesús (por traer un ejemplo) ¿quien le proveyó las fuerzas para treparse en esa cruz? ¿Acaso no oró por fortaleza antes de emprender su travesía al calvario? Quizás los actos no los hagamos acompañados o con la ayuda de alguien, probablemente hemos llegado a cumplir nuestras metas solos. De todas formas, siempre ha habido alguien, ya sea el que nos inspiró o el que nos animó a continuar, tal vez una persona es la razón de cumplir esas metas. Todos estamos conectados de una forma u otra y co-dependemos el uno del otro. 

            Esto es lo que tratamos de olvidar día a día, intentamos ser tan independientes que evadimos la necesidad contínua que tenemos los unos de los otros o viceversa. Ese día, cuando ese señor le abrió su corazón a mi madre y le contó su dolor fue un momento donde se compartieron cosas. Ella tenía otras gestiones que hacer pero sacó diez minutos para escuchar las penas de un hombre que llevaba diez meses en luto. Cuando mi madre comenzó hablar terminó recibiendo consejos para su negocio. El señor recibió algo que necesitaba sin importar cuán independiente pudiese ser y mi madre recibió algo que también necesitaba sin importar cuán exitosa o independiente fuera.

            Esta es la magia de combinar estas dos características en nuestras vidas y aprender a coexistir con los que nos rodean. Siempre nos van a hacer falta las dos, con una aprendemos a valernos por nosotros mismos y con otra aprendemos a pedir ayuda y ofrecerla, aprendemos a reconocer que no estamos solos en este planeta. Nadie debe ser lo demasiado independiente como para olvidar que a su alrededor hay más personas. Porque cuando se es muy independiente tendemos a pensar que "Si yo pude el otro también," cuando en realidad todos necesitamos un empujón en algún momento. A su vez, nadie debe ser demasiado dependiente como para vivir toda su vida por cuenta de los demás. Tenemos que saber valernos por nosotros mismos y no vivir pegados como lapas inútiles, el ser de utilidad en esta vida es lo que nos permitirá devolver la ayuda recibida. 

            Debemos balancear nuestras vidas y ser hombres y mujeres independientes que pueden valerse por sí mismos y pueden proveer para los suyos. De la misma manera, tenemos que aceptar, reconocer y vivir con el concepto de que no estamos solos, de que cuando necesitamos ayuda siempre habrá alguien para ofrecerla al igual que nosotros debemos estar dispuestos a ofrecer ayuda a otros. Nadie se ha muerto por ayudar o dar la mano y mucho menos por pedir ayuda, los que sí han muerto son los que andan por la vida intentando lograrlo todo solos. Puede ser que no mueran en físico, pero su espíritu está muerto, vinimos a este mundo para compartir y coexistir, todos necesitamos a alguien a nuestro lado y todos necesitamos aprender a estar ahí para los demás. Nuestro cuerpo necesita una dosis de independencia para continuar hacia adelante aún cuando los demás no nos apoyen y una de dependencia para reconocer que siempre necesitamos a alguien cerca que nos diga "¡Tu sí puedes!"

No hay comentarios:

Publicar un comentario